El Negro
Les cuento, que en la Cárcel de Cabildo tuvimos un aliado secreto que nos ayudaba cuando nos hacían requisas. Las hacían cada tanto, sorpresivas. Se empezaban a amontonar milicos en la entrada. La primera en verlos avisaba enseguida: "hay requisa" . Se corría la voz de celda en celda y los nervios.
Si una compañera tenía un libro o papeles que quería ocultar los escondía en su ropa. ¡Rápido! Abrían las celdas y nos llevaban a todas al patio. Mientras, ellos daban vuelta todo lo que había en las celdas, desde colchones hasta tazas. ¿Qué buscaban? Algo político, al prohibido...Creo que ni ellos sabían bien qué buscaban. Pero algo se tenían que llevar.
Allá marchábamos todas al patio: un rectángulo de cemento
con muros altos alrededor. Arriba y lejos el rectángulo del cielo. Y la torre
de la iglesia donde varios milicos con armas largas hacían la guardia. Las
cuerdas de tender atravesaban el patio y las ropas colgadas se movían con el
viento. En el centro del patio se alzaba un hermoso farol, antiguo, como los
que hay en las plazas . A su alrededor jugaban nuestros niños, y nosotras nos
sentábamos en el piso a conversa y a tejer. La compañera que traía materiales escondidos
se sentaba justo ahí. Otras, a su alrededor la cubrían con el cuerpo de la
visión de la guardia. Otras, ayudaban tendiendo sábanas. Entonces la compañera
abría la parte inferior del farol, dónde están los cables y ahí ocultaba lo que
traía. Y volvía a cerrar. Cuando terminaba la requisa, si nos revisaban al
pasar el portón para el celdario, tranquilas, no teníamos nada.
Ese antiguo farol tenía nombre propio para nosotras, le decíamos "El Negro". El guardaba nuestros secretos, nunca lo descubrieron. Pasaron los años y a las presas políticas nos trasladaron al penal de Punta de Rieles; la Cárcel de Cabildo pasó a ser solo cárcel de presas comunes. Después de eso vaya a saber quien tuvo la mala idea de partir el patio en dos con un muro, literalmente emparedaron al Negro con ladrillos y cemento. Aún así... resiste, asomando por encima del muro, para que no lo olviden.
Graciela Yardino (Gachi)